El papel de la fotografía de moda en la singular carrera de Gordon Parks

La historia de Gordon Parks

Gordon Parks en el mundo de la fotografía profesional es tan excepcional como la prolífica carrera que le siguió. Antes de alcanzar sus numerosos logros pioneros -como director de cine, fotógrafo de plantilla en Life Magazine y Vogue, primer director editorial de la revista Essence y autor de numerosas memorias, entre otros-, Gordon Parks, de 25 años, entró en la tienda de ropa femenina Frank Murphy’s en St.

Aunque el Sr. Murphy le rechazó rápidamente, su mujer le pidió a Parks que volviera al día siguiente para fotografiar su actual escaparate. «Más tarde le pregunté por qué se había arriesgado conmigo, y me dijo que acababa de discutir con Frank y que estaba intentando meterse en su piel», ha recordado Parks. Pero el joven fotógrafo se dio cuenta de que le faltaba el equipo necesario, así que llamó al día siguiente para decir que estaba enfermo y aprovechó el tiempo extra para comprar una cámara mejor, un juego de luces y película. Tras una sesión aparentemente sin problemas al día siguiente, Parks reveló los tres rollos de película que había tomado y se dio cuenta de que sólo una de las imágenes era utilizable, todas las demás habían sido doblemente expuestas.

Esa única imagen fue suficiente. Su trabajo se expondría en el escaparate de Murphy, una plataforma de lanzamiento para más encargos en publicaciones como Vogue y para diseñadores cada vez más renombrados. A juzgar por las impresiones que se exponen actualmente en la galería Robert Klein en «Gordon Parks: Model Citizen», la primera exposición individual dedicada a la fotografía de moda de Parks, éste tenía un ojo impecable, lo que era innegable incluso en sus inicios. Para los que conocen los ensayos fotográficos de Parks, de carácter social, puede parecer extraño que se iniciara en el glamuroso mundo de la moda, pero ambos enfoques fueron paralelos durante gran parte de su carrera. «Una vez, el crimen y la moda me fueron servidos en el mismo día», explicó una vez. «El color de un vestido de Dior que fotografié una tarde resultó ser del mismo color que la sangre de un pandillero asesinado que había fotografiado esa misma mañana en Harlem». Para él, las dos actividades eran, de manera diferente, modos de dar testimonio.

La exposición reúne impresiones raras que abarcan desde 1934 hasta 1965, destacando la capacidad de Parks para retratar el mundo interior de la mujer. La mayor parte de la fotografía de moda de la época se realizaba en estudios, lo que daba lugar a imágenes rígidas y muy coreografiadas, pero Parks fue uno de los primeros fotógrafos que prefirió fotografiar a sus modelos en entornos reales, con sus gestos dramáticos pero fluidos que animaban la ropa que llevaban. No se centraba necesariamente en mostrar las prendas, sino en dar una idea de las historias que las mujeres podían vivir con ellas. A menudo fotografiaba a las modelos a través de una o varias aberturas -una ventana abierta o el ojo de una cerradura, por ejemplo-, lo que confería a las imágenes una sensación de voyeurismo.

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